¡Llegaría hasta Sandaga, el gran mercado de Dakar, la capital del país, y así vendería más cacahuetes que nunca! ¡In šāʾ Allāh!
Pero al empezar con la tarea ¡los burros se volvieron locos! Uno de ellos se abalanzó sobre los cacahuetes, otro se puso a rasgar los sacos y un tercero empezó a atacar al perro de Babacar mientras que el último burro empezó a morder la oreja del primero. ¡Qué caos! Tras intentar poner orden, Babacar se dio cuenta de que los burros que le había vendido el brujo eran un tanto peculiares: uno devoraba cacahuetes, otro se alimentaba de sacos, el siguiente comía perros y otro era caníbal.
El trato con el brujo no había sido tan bueno al fin y al cabo. Resignado, Babacar comenzó su viaje teniendo que parar cada poco; temía por su perro, sus burros, sus sacos y sus cacahuetes la mayor parte del tiempo.
Ya llevaba un día entero caminando y apenas había salido de Thiès cuando se encontró en su camino a un hombre con una jaula llena de pájaros de todos los tamaños, colores y plumajes. Babacar, conocedor de la costumbre senegalesa de comprar pájaros enjaulados para liberarlos y con ello atraer la buena suerte, decidió pagar por el más vistoso de ellos.
Eligió a un precioso pájaro de color celeste con marcas rojas en las mejillas, como si estuviera ruborizado de que destacase sobre el resto. Aquello le costó más francos CFA de lo que esperaba pero pensó que haber escogido un pájaro tan fascinante merecería la pena. ¡Y vaya si lo hizo! Se trataba de un cordon bleu, que tras ser liberado se posó sobre el hombro de Babacar y le dijo al oído:
– ¡Jërë-jëf! ¡Muchas gracias, amigo! Te estoy muy agradecido por haberme liberado de mi cautiverio. Como veo que estás en apuros, te daré la solución al problema que tienes. Para avanzar has de situar a tus burros en fila india: primero pondrás al burro que se come a sus semejantes, luego al que ataca a tu perro, en tercer lugar, a aquel que adora los cacahuetes y por último al que devora sacos. A los dos primeros los cargarás con los sacos y a los dos últimos con las botellas. Tú irás primero y tu perro seguirá a la comitiva. Pero, sobre todo, no te olvides de almacenar los cacahuetes en un granero cuando llegues, ¡se acerca la estación de lluvias!
Y dicho esto el cordon bleu alzó el vuelo y Babacar pudo seguir su camino sin más percances, alegrándose de haber devuelto la libertad a un pájaro tan inteligente.
A veces las soluciones las tenemos justo enfrente pero no las vemos, necesitamos a alguien que nos ayude a encontrarlas. Si se presentan conflictos o problemas ¿qué haces?, ¿pides ayuda a los demás?