Sísifo era uno de los hijos de Eolo, el señor de los vientos. Era el hombre más tramposo y astuto del mundo, y era conocido por sus engaños y habilidad para salir de cualquier situación complicada. Sísifo era muy cotilla, siempre vigilaba lo que hacían los dioses y escuchaba tras las puertas de los vecinos con el objetivo de sacar provecho a lo que averiguaba. El mundo entero estaba cansado de sus trampas y engaños, dioses y mortales.
Un buen día desapareció Egina, la hija del dios de los ríos, Asopo. Nadie sabía dónde estaba… pero, como siempre, Sísifo sí lo sabía. Así que decidió sacar partido de la situación. Sísifo le dijo a Asopo que le diría dónde estaba su hija si hacía una fuente en su ciudad. Asopo de inmediato hizo brotar en medio de la ciudad de Sísifo una fuente de aguas cristalinas.
¡Todo el mundo parecía satisfecho! ¡Ahora era el turno de Sísifo de cumplir con su parte del trato!
Sísifo le dijo a Asopo: ¡Zeus se ha llevado a tu hija! Al saber esto, Asopo reaccionó de inmediato y amenazó a Zeus para que le devolviera a su hija: ‘Zeus, si no me devuelves a mi hija secaré todos los ríos que recorren la Tierra’. Zeus, al ser amenazado decidió devolver a su casa a la hija de Asopo, hablando con él y quedando en paz.